Pintura de Geoge Rodrigue, pintor cajún de Luisiana. Esta pintura, que cuelga del despacho de uno de fundadores de los blue dogs, se sospecha que pudiera haberle dado nombre |
Resulta que uno de las características de la nueva configuración del nuevo Congreso Estadounidense (Cámara+Senado) es la radicalización o polarización. Esta polarización ha sido mediatizada por los teabaggers pero también ha tenido su efecto en las bancadas demócratas.
Sí bien es cierto que la lideresa de los demócratas en la Cámara de Representantes es la combativa Nancy Pellossi, una brillante mujer política más bien a la izquierda del Partido Demócrata por lo que ha sido injustamente vilipendiada por ello, las bancadas demócratas se hallaban engordadas artificialmente por Perros Azules, sí, sí Blue Dogs, pues este es el nombre de los demócratas que de tal, sólo tienen el nombre. Normalmente son blancos, de avanzada edad y del Medio Oeste o del Sur donde se encuentran los distritos más republicanos.
Estos Blue Dogs se ganan a su electorado local con tesis muy centristas y algunas veces con discursos conservadores pero sobre todo con un inflamado discurso apartidista y anti-Washington DC, tan arraigados en el discurso libertario o Anarquista liberal americano, y del que en ciertos puntos tan bien se han aprovechado los teabaggers. Me encantó una noticia que seguí durante la campaña cuando un donante del Partido Demócrata quería donar un dinero con una condición a un candidato, la condición de no utilizar Washington como una palabrota (bad word). La respuesta del candidato, “es que en mi distrito es una palabrota”.
Ayer me quería comer la pantalla del ordenador cuando seguía la entrevista a una de las congresistas por Tucsón, Gabrielle Giffords, la cual se lamentaba precisamente de la desaparición de la mitad de Blue Dogs del congreso, apelaba a la claudicación ante los Republicanos, e incluso se lanzaba a la crítica abierta a su compañero Raúl Grijalva por radical y lanzaba sus arengas contra las élites de los partidos y contra los intereses de los partidos. Me pregunto en algún caso si los perros azules no habrán sido el gran problema de Obama y no me refiero a los del parlamento, sino también a los de la administración.
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