Hay una cosa que me causa profundo dolor y es el constatar que cada vez que el pueblo español se levanta, la cosa acaba como el rosario de la aurora. He vivido en otros países, y miro con envidia la loa constante (quizás excesiva) a sus procesos revolucionarios. Francia y su mayo del 68 o su Résisntance o en EEUU su « We, the people » que encabeza su constitución.
« Spain is different » en esto también, la domesticación del pueblo ha sido una tarea de siglos, por cierto, con un buen remate final durante franquismo que instauro definitivamente el miedo en el pueblo, no solo físico, sino también psicológico a movilizarse.
La transición fue lo que fue y en vez de salir de un pueblo que era un hervidero, se cerró en negociaciones maratonianas por miedo a los sables. Hoy cuando veo a los manifestantes en Sol me siento profundamente orgulloso. Los españoles hemos comprendido que la democracia exige un talante crítico y si queremos calidad democrática hace falta movilizarnos y organizarnos.
Muchas cosas han cambiado en España y no me puedo resistir a subrayar una que me ha sorprendido gratamente, si ayer me quejaba de dos recalcitrantes de RNE burlándose del movimiento del 15 de mayo, hoy tengo que quitarme el sombrero a que 59 segundos haya dedicado su programa enteramente a las reivindicaciones de Sol. Pero todavía hay cosas grises, cómo es que la Junta Electoral se puede atrever a denegar las autorizaciones. O cómo podemos asistir a la violencia policial extrema como la hemos podido ver estos días.
El futuro está en nuestras manos, si hace unas semanas Dominique Strauss-Kahn decía que España tenía una generación perdida ahora es él quien tiene poco futuro. Pongámonos en marcha y escribamos nosotros el futuro.
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