Estas aciagas elecciones han puesto en la agenda un movimiento muy esperanzador que reclama una regeneración democrática que España venía necesitando. El poder omnímodo que la transición confirió a unos enclenques partidos políticos en el 1977, ha dado un poder apisionadora que ha debilitado el juego democrático, los efectos del sistema electoral han hecho que los partidos sean todopoderosos frente a las escisiones internas y que los políticos puedan fácilmente librarse del castigo de los ciudadanos (cosa que ha dado poco margen a los partidos para liberarse de los corruptos).
Pero las urnas también han dado resultados esperanzadores como las grandes victorias de BILDU en el País Vasco y Navarra que hacen pensar en una pronta resolución del terrible conflicto vasco. La apuesta de Eusko Alkartasuna y de Alternatiba (escisión de IU en el País Vasco) tan generosa como arriesgada está empujando al mundo Abertzale al punto de no retorno, la condena a la violencia es hoy por hoy una realidad y la soledad de ETA debe empezar a imponerse. Por lo que un gobierno BILDU-PNV en las Juntas Generales de Gipuzkua podría ser muy beneficioso para pasar página a un drama humano que lleva 36 años de sinsentido.
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