Una de las cosas que me hacen pensar en que Obama no es más que el principio del fin de ese largo camino de esclavitud y segregación, es que desde los sectores radicales se considera que Obama no es negro. Y aparte de que es mulato, es cierto que el candidato no ha vivido los dramas de la negritud en primera persona como han podido vivir los afroamericanos de los suburbios.
Una de las cosas que más me alegró de la victoria de Barack Husein Obama fue sus orígenes musulmanes que imprimiría otro carácter en la creciente islamofobia que vive el mundo occidental. De esto también se han hecho eco Al Qaeda que ha emitido un comunicado para dejar claro que esto no les afectaba. Siendo muy interesante la inclusión de un argumento que precisamente viene del nacionalismo negro de los años 60 y del imán Malcom X quien afirmaba que existían dos tipos de esclavos los del campo y los de la casa, y que los segundos cuando los primeros les proponían escapar del amo se negaban.
En gran parte la victoria de Obama es una victoria colectiva pues prueba que la discriminación positiva ha funcionado. Los empleos públicos y oportunidades han hecho que las poblaciones afroamericanas hayan salido del suburbio y que hayan tenido su espacio en las universidades de elite, pues Obama ha probado que la discriminación positiva no quita el merito sino que remueve el racismo para que pueda ser valorado el merito.
A pesar de todo, la barrera racial que ha caído con la victoria de Obama sirva para abrir los ojos al continente olvidado, la gran victima del sistema neoliberal que es África y no los pobres banqueros europeos y americanos. Ya basta de que el mundo no reaccione ante el holocausto africano, debido a la depauperación, los sátrapas, los genocidios y las enfermedades, en suma, la injusticia social.