lunes, 19 de marzo de 2012

Vivan las cadenas o la triste Historia de España


File:Goya-Guerra (77).jpg
«Que se rompe la cuerda», estampa nº 77 de la sección «Caprichos enfáticos» de Los desastres de la guerra, alusiva a la restauraciónfernandina. Según indica Bozal2 en este grabado se representa haciendo equilibrio a un alto representante eclesiástico que, en el dibujo preparatorio del Museo del Prado, representaba al Papa. 
Esta mañana cuando veía el cortejo real aproximarse al Monumento a las Cortes me recorría por dentro una extraña sensación mientras se lanzaban vítores al Rey y a la Reina. Aquella puesta en escena me recordaba más a la entrada de Fernando VII en Madrid, cuando el pueblo de Madrid al grito de “¡Vivan las Cadenas!”, liberó a los caballos que tiraban del carro para llevar a hombros a aquel sátrapa que se hizo llamar El Deseado. O al menos así cuenta la leyenda.
Mientras los escándalos de corrupción sacuden a la familia real, los gaditanos aplauden y vitorean a aquella mujer que decidió viajar a Washington para apoyar a su yerno, un presunto delincuente. Aquello sonaba tan rancio como esos 5 minutos de aplausos ininterrumpidos que le dedicaron sus señorías en sede parlamentaria a los reyes.
Esto me lleva a pensar en cuan de patética es la memoria oficial española. Como podemos separar el homenaje de una Constitución de la desgraciada suerte que siguieron sus partidarios, tantos represaliados que pagaron con su vida su lucha por la libertad. Y es que a España le gusta mucho tratar de evitar posicionarse entre el Progreso y Reacción. Así nos luce el pelo, este acto ha sido como hacer un homenaje a la Declaración de Independencia estadounidense poniendo de banda sonora el “God save the Queen”.
Paradojas de la memoria oficial aparte, la Constitución de 1812 fue la tercera Constitución liberal en el mundo, pero desgraciadamente en España salvo honrosas y esporádicas excepciones, la ciudadanía tardó en disfrutar de un régimen de libertades duradero 166 años.
Y para muestra, un botón. Las soflamas de la reacción de entonces, que al mismo tiempo hacen reír y llorar:
¡Muera la libertad y vivan las cadenas!
¡Viva el rey absoluto y vivan las cadenas!
¡Vivan las cadenas y muera la nación!
¡Vivan las cadenas y mueran los negros! (los absolutistas llamaban negros a los liberales)

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