Las elecciones francesas trajeron
esperanza al mismo tiempo que las griegas mostraron el fracaso. En ellas hay
una poderosa lección a la derecha europea que debe reflexionar a donde nos está
llevando su plan de desmantelar el Estado de Bienestar y reaccionar con
austeridad a la gran crisis económica que cada día es más europea que global.
Lo único que se podía leer
en las urnas francesas y griegas es que la ciudadanía rechaza la política de
austeridad. Esto se une a la desacreditación económica de esta política que
analistas como Paul Krugman vienen apuntando desde hace ya demasiado tiempo. Y que bastantes economistas de reconocido pedigrí
neoliberal han tenido que reconocer. Esto es la trampa de la austeridad.
Recortes en una economía deprimida llevan a más recesión y por lo tanto a más
deuda.
Esta política económica ha
llevado a una crisis social sin precedentes. La pobreza en países tan boyantes
como Alemania es hoy un hecho. Por supuesto esto es incomparable con la
pauperización general de la sociedad griega.
Esta crisis social ha
llevado a una crisis política en Grecia que se enfrentará a una inestabilidad
gubernamental sin precedentes donde el sistema bipartidista ha saltado por los
aires y han progresado alternativas a cada cual más populista.
Las elecciones griegas y
francesas han mostrado que los conservadores cada día ceden más terreno a la ultraderecha
que lleva ya una década en pleno auge gracias a la desprotección de las clases
trabajadoras por un Estado de Bienestar cada día más exiguo. Y como ha
puesto en evidencia la crisis griega todavía puede haber algo peor que la
ultraderecha, en Grecia representada por LAOS. Directamente los neonazis de
Aurora Dorada ayer entraron en el parlamento griego. ¿Os imagináis un Eurodiputado
nazi en Bruselas?
Otra consecuencia de esta
crisis política es la desacreditación de los partidos social-demócratas que han
sido obligados en nombre del bien comunitario a seguir la política de
austeridad ligados de píes y manos por la política neoliberal reinante en
Bruselas, Frankfurt y Berlín. Es cierto que el caso de Grecia es excepcional pero
en otros países ya estamos viendo una tendencia similar. En Holanda con elecciones
ya muy próximas, un partido de origen maoísta ya supera a los socialdemócratas
y en España el PSOE se sigue hundiendo y no recupera ni un punto de la
intención de voto que pierde el PP en el gobierno.
A Merkel y a los conservadores no les quedará otra que
escuchar atentamente a Hollande si no quiere que el proyecto europeo se vaya al
traste. Eurobonos, armonización fiscal, tasa a las transacciones financieras,
salario mínimo europeo y sobre todo un plan Marshall europeo que ya proponen
los socialdemócratas alemanes. Todo ello para evitar la desmembración de la
Unión Europea.