Puede parecer una hipocresía celebrar estas fechas con atención para un ateo declarado. Muchos ateos incluso rechazan celebrarlas, a mí, sin embargo, siempre me han gustado. Cierto es que lo que dicen que celebramos es el nacimiento del Señor pero esto es bastante incierto.
Las navidades se llevan celebrando desde la época neolítica puesto lo que realmente celebramos es la victoria de la luz sobre la penumbra como los romanos lo llamaban, Sol Invictus, o dicho de una manera menos poética, el solsticio de invierno.
Todas las culturas del hemisferio norte han festejado estas fechas judíos, romanos, persas, celtas, escandinavos y budistas entre otros. De hecho, la deliberada elección del nacimiento de Jesús en estas fechas es bastante sospechosa pues hasta cuatro siglos después de su nacimiento no empezó a celebrarse y tiene bastante que ver con remplazar las carnales y paganas Saturnales romanas. Y por cierto, no todas las ramas del cristianismo coinciden en celebrar el nacimiento en esta fecha.
Además si nos fijamos con detenimiento, la navidad al ser exportada al hemisferio sur cobró una dimensión totalmente diferente mucho más parecida a las celebraciones del solsticio de verano como podemos ver en el fin de año brasileño tan parecido al Sant Joan catalán.
A veces he podido escuchar sobre la importancia de la religión en las festividades pero la religión no es más que un mero pretexto para la celebración que es una necesidad social y que mejor momento para unas fiestas que en la parte álgida del invierno, cuando va a llegar el frío y a su vez cuando poco a poco los días se hacen más largos recordándonos que poco a poco el clima mejorará.
Así que Feliz Navidad y Prospero Año 2011, disfrutad, bebed y reíd con familia y amigos.